lunes, 10 de diciembre de 2012

¡Qué no haría un padre por conseguir que su hija vea bien...!

¡Qué no haría un padre por conseguir que su hija vea bien…!
El sufrimiento de un padre en Cuba


Este post fue publicado en el blog de www.opticayvision.com en Marzo 2010

Hace casi 7 años recibí un email de un cubano. Era una petición desesperada lanzada al infinito espacio de internet, como el náufrago que escribe en un papel el lugar donde se encuentra, lo introduce en una botella y la lanza al mar con la esperanza de que alguien la encuentre y vaya a buscarle. Este hombre había escrito en su mail un mensaje igual de desesperado. En un lenguaje pulcro y claramente cultivado suplicaba que le enviase unas lentes de contacto para su hija de 12 años.
Aquel hombre no me conocía de nada, en su empeño de lograr para su hija las lentillas que necesitaba y que de ninguna marea podía conseguir en su país, había enviado ese mensaje a muchas de las ópticas de España que había encontrado en internet.
Al parecer aquel mensaje lanzado a la inmensidad de lo intangible no obtuvo mucha respuesta. Pensé que podía ser un fraude, como muchos de los que llegan con frecuencia a mi email, pero algo me hizo pensar que detrás de esas líneas escritas había alguien desesperado y a la vez esperanzado, le pedí los parámetros de las lentillas que necesitaba y me mandó en otro email unos datos que me hicieron comprender al instante la desesperación de aquel padre. La niña tenía una miopía elevada y las lentillas anteriores ya no le servían.
Desde el momento en que recibió las lentillas en su casa, yo comencé a recibir inagotables muestras de agradecimiento en forma de cartas, emails y fotografías, en las que poco a poco iba conociendo la vida de una familia que no puede acceder a cosas que para mi son primordiales. Cada Navidad algún cubano de paso en Madrid se presenta en mi consulta con un regalo y una carta de la familia.
Por fin, este invierno, él mismo se presentó en mi consulta. Quería conocerme y mostrarme en persona su infinita gratitud.  Había logrado salir de Cuba con una compañía de teatro y estaba recorriendo España durante 12 días. Si no hubiera tenido a su Familia en Cuba dudo mucho que hubiera vuelto.
Le dije que había que cambiar las lentillas de su hija, y me dijo que aún estaban muy bien y que no era necesario. Sólo ante mi insistencia, que no admitía una negativa por su parte, aceptó.
Cuando volvió tardó en escribirme, cuando lo hizo, su email desde las primeras líneas me produzco una mezcla de incredulidad e indignación que me dura aun. Me contaba que el único ambulatorio al que tienen acceso en el que hay servicio de oftalmología, hace más de un año que no tiene el instrumental necesario para atender a los pacientes. Le llevó casi 3 semanas, pero finalmente y tras contactar con varias personas, localizó a una mujer que tiene en su casa y de forma clandestina el equipamiento mínimo necesario para graduar la vista.
Así pudo conseguir los datos para que le enviase una nueva pareja de lentillas, que afortunadamente ha recibido hace algunos días.
Cuando algunos padres descubren en mi consulta que su hijo necesita gafas es frecuente que se les llenen los ojos de lágrimas y la angustia se refleje en su rostro. Yo no puedo evitar pensar que al menos ellos tienen a su disposición lentillas de distintos tipos y gafas de muchos modelos y colores, con lentes finísimas que van a disimular al máximo la graduación que contienen. Y pienso en la congoja que debe atenazar el corazón de miles de padres cubanos cuando sus hijos necesiten tratamientos, prótesis o medicinas a las que no tienen acceso. Difícil de explicar, imposible de comprender.

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